domingo, 17 de mayo de 2015

Carta a Dulcinea, por Leila Souf



En la Mancha, 10 de mayo de 1630

Querida Dulcinea del Toboso:

Me dirijo a la princesa y gran señora Dulcinea natural del Toboso para declarar que su belleza me palpita. Sus ojos tan bellos con su cálida mirada y sus perfectas cejas que los rodean, sus largos cabellos más hermosos que el destello del amanecer, sus mullidos labios rodeados de sus rosadas mejillas y sus dientes como perlas, su lozana nariz, su lánguido cuello, su robusto pecho, sus agraciadas manos y su blanquecina piel como la seda.

¡Ay mi querida Dulcinea del Toboso! El tiempo me es eterno cuando no estoy con vos. Mi pesadumbre es duradera e interminable. Luché contra gigantes por vos, liberé mil batallas para llegar a vuestra alma. Si aceptaseis de quererme, mi maltrecho y quebrado corazón se recompondría más fuerte que el acero de mi armadura, sería de vos y haría lo que os viniera en gusto. Desearía con todo mi ser y alma corresponder a la pureza hecha mujer, protegerla como yo creo que se merece pues a su lado sería la ruta más hermosa conocida. Vos brindáis todo el respeto que merece mi profunda admiración. Si vos me despreciarais no sabré qué será de mí pues sin vuestra presencia mi alma quedaría destrozada, no merecería la vida.

Si Dios quiere atesoraré vuestro amor pronto, 

Don Quijote.

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